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El primer edificio de hormigón de la argentina

Tema: VIVIENDAS DE HORMIGON
COMEGA
Autor:
Fecha Publicación: 31/12/2008

Fue el primer rascacielos del país construido en hormigón armado. Se erigió entre 1932 y 1933 con proyecto y dirección de obra de los arquitectos Enrique Douillet y Alfredo Joselevich. Tiene 21 pisos y 85 metros de altura. Fue declarado patrimonio arquitectónico de la ciudad de Buenos Aires y es uno de los grandes hitos de la arquitectura local. Rivaliza con el edifi cio Kavanagh como una de las máximas expresiones del racionalismo moderno porteño.

Exponente de una estricta funcionalidad

En el remate de la calle Corrientes, aún angosta, la Compañía Mercantil y Ganadera construyó en 1933 un rascacielos destinado a renta de oficinas de 85 metros de altura y con dos subsuelos para estacionamiento que introdujo recursos y tecnologías poco usuales para la ciudad, entre ellos el uso de hormigón armado. En los años ’30 la tradicional calle Corrientes terminaba por convertirse en avenida a medida que se renovaban las parcelas y demolían las viejas edifi caciones que aún mantenían la antigua línea municipal.

El 12 de octubre de 1936 quedó oficialmente inaugurado su último tramo, entre las calles Florida y Bouchard, pero para entonces ya contaba con un enorme portal sobre su remate: el edificio Comega, un rascacielos de 85 metros de altura. La ciudad ya había sido testigo de la primera generación de rascacielos porteños: la Galería Güemes (1915), el Palacio Barolo (1922) y el Edificio Mihanovich (1928); signados ellos por estrictos rasgos académicos. Sin embargo, la década del ´30 está dominada por la construcción de los denominados rascacielos “modernos”, encabezados por el propio Comega y seguido por el Safico (1934, con 90 metros de altura), el Kavanagh (1936, con 110 metros) y el Ministerio de Obras Públicas (1937, con 93 metros). Su característica principal fue adherir a los postulados de una nueva arquitectura internacional que manejaba un lenguaje más despojado, distante de los recursos estilísticos clásicos.

Un lenguaje despojado

El edificio Comega fue propiedad de la Compañía Mercantil y Ganadera, de la empresa Bunge & Born, la cual en 1933 le encomendó a los arquitectos Enrique Douillet y Alfredo Joselevich, quienes formaban parte de la oficina técnica del grupo, el proyecto y la dirección de un edificio de altura destinado al alquiler de oficinas comerciales de prestigio. Está ubicado en la avenida Corrientes 222, esquina avenida Leandro N. alem, en plena área central de la ciudad de Buenos Aires, sobre un terreno rectangular de 700 metros cuadrados de superficie. La construcción estuvo a cargo de la empresa GEOPE Compañía General de Obras Públicas, e intervino en la dirección el Ing. Alberto Stein.

El edificio se desarrolla en tres subsuelos, planta baja con locales comerciales y 18 pisos para oficinas. Se encuentra envuelto en una estricta funcionalidad, con fachadas puras y plantas libres que ofrecen las mejores condiciones para la iluminación y la ventilación de las oficinas. A diferencia de sus contemporáneos, que mayormente trabajaron la silueta sobre los límites de la reglamentación municipal, el Comega abandonó el criterio de torre telescópica, aquél dominado por el efecto “setback” del remate escalonado de edificios de altura.

En cambio, por encima del basamento, a partir del piso 15, emerge una torre de siete pisos que no utiliza tal recurso, insinuado y sugerido por el Reglamento General de Construcciones (1928), sino que crece de manera prismática. Los muros de la fachada acentúan esa inusual pureza volumétrica mediante placas de mármol travertino engrampadas.

Los niveles inferiores

El Comega está compuesto por tres subsuelos, dos de los cuales fueron destinados a estacionamiento vehicular (todo un evento) y uno a archivo y sala de máquinas, donde funcionan el equipo de bombas, el de ventilación, el sistema de calefacción, el de filtro de agua y el horno incinerador, entre otros. En la planta baja, sobre la fachada de la avenida Alem, se respetó el uso de la recova y allí se ubicaron predominantemente los locales comerciales.

Sobre el frente de la avenida Corrientes se introdujo el acceso al edificio, signado por la acentuada pendiente de la barranca. Luego de atravesar una escalinata de granito negro y la puerta giratoria de bronce, se penetra al hall principal, un espacio alargado que tiene en su primer tramo una doble altura. De esta manera, el hall del primer piso se ve obligado a balconear sobre el acceso, generando una fuerte tensión espacial. En su totalidad, el hall principal está conformado por un envoltorio de acero inoxidable tanto en los muros como en el cielorraso y las puertas de ascensores. Por ende, se torna significativo el juego de luz difusa que se derrama en múltiples reflejos. Al final del hall se recorta la figura de la escalera principal.

Los niveles superiores

Sobre los muros medianeros, en el sector más desfavorecido, se colocaron las circulaciones, conformadas por cinco ascensores y el núcleo de escaleras. Las plantas tipo de los pisos 3° a 14°, de 580 m² cada una, se desarrollaron en forma de “U” para que todas las oficinas puedan tener una vinculación al exterior adecuada.

Los aventanamientos, de acero tipo guillotina y cortinas de enrollar venecianas, así como las columnas y los radiadores, fueron ubicados de manera tal que el espacio interior pueda ser subdividido libremente de acuerdo con los requerimientos de cada inquilino. Dado que en el piso 15° se produce el retranqueo del edificio, éste cuenta con grandes terrazas de uso exclusivo.

Las plantas tipo de los pisos 15° a 18°, de 217 m² cada una, y a las que sólo llegan dos de los cinco ascensores, adquirieron una prolija forma rectangular. En el piso 19° funcionó hasta el año 1969 la más moderna de las confiterías de Buenos Aires: el Comega Club. Cuenta con un gran ventanal semicircular que se acusa sobre la fachada de la avenida Alem y ofrece las mejores perspectivas sobre el Río de la Plata. En el piso 20° funcionó el estudio profesional de los proyectistas (y actualmente el estudio Douillet-Cappaglia) y en el 21° la sala de máquinas de ascensores y la vivienda del portero.

La calidad constructiva

El edificio está ubicado en la zona conocida como “el bajo”, muy próxima al río, de manera que la impermeabilización de los subsuelos resultó una tarea compleja. Aunado a ello, a un par de metros de los cimientos, sobre la avenida Corrientes ya circulaba el subterráneo de la Línea B. Para impedir todo tipo de filtración se realizó una batea aislante conformada por un contrapiso de hormigón de 10 cm. de espesor y una aislación compuesta por una membrana de cinco capas de fieltro de amianto y ocho capas de concreto y malla de asfalto.

La estructura fue ejecutada completamente en hormigón armado. Para contrarrestar los empujes laterales del subsuelo y las vibraciones producidas por el subterráneo, se decidió realizar una platea y submuraciones de hormigón. Asimismo, muchos de los muros que conforman la fachada y el propio núcleo vertical han sido construidos también en hormigón para que trabajen como contravientos. Finalmente, en las losas de las oficinas se evitó introducir vigas a la vista y se les suprimió a las columnas todo tipo de capitel.

Tema: VIVIENDAS DE HORMIGON
COMEGA
Autor:
Fecha Publicación: 31/12/2008

Fue el primer rascacielos del país construido en hormigón armado. Se erigió entre 1932 y 1933 con proyecto y dirección de obra de los arquitectos Enrique Douillet y Alfredo Joselevich. Tiene 21 pisos y 85 metros de altura. Fue declarado patrimonio arquitectónico de la ciudad de Buenos Aires y es uno de los grandes hitos de la arquitectura local. Rivaliza con el edifi cio Kavanagh como una de las máximas expresiones del racionalismo moderno porteño.

Exponente de una estricta funcionalidad

En el remate de la calle Corrientes, aún angosta, la Compañía Mercantil y Ganadera construyó en 1933 un rascacielos destinado a renta de oficinas de 85 metros de altura y con dos subsuelos para estacionamiento que introdujo recursos y tecnologías poco usuales para la ciudad, entre ellos el uso de hormigón armado. En los años ’30 la tradicional calle Corrientes terminaba por convertirse en avenida a medida que se renovaban las parcelas y demolían las viejas edifi caciones que aún mantenían la antigua línea municipal.

El 12 de octubre de 1936 quedó oficialmente inaugurado su último tramo, entre las calles Florida y Bouchard, pero para entonces ya contaba con un enorme portal sobre su remate: el edificio Comega, un rascacielos de 85 metros de altura. La ciudad ya había sido testigo de la primera generación de rascacielos porteños: la Galería Güemes (1915), el Palacio Barolo (1922) y el Edificio Mihanovich (1928); signados ellos por estrictos rasgos académicos. Sin embargo, la década del ´30 está dominada por la construcción de los denominados rascacielos “modernos”, encabezados por el propio Comega y seguido por el Safico (1934, con 90 metros de altura), el Kavanagh (1936, con 110 metros) y el Ministerio de Obras Públicas (1937, con 93 metros). Su característica principal fue adherir a los postulados de una nueva arquitectura internacional que manejaba un lenguaje más despojado, distante de los recursos estilísticos clásicos.

Un lenguaje despojado

El edificio Comega fue propiedad de la Compañía Mercantil y Ganadera, de la empresa Bunge & Born, la cual en 1933 le encomendó a los arquitectos Enrique Douillet y Alfredo Joselevich, quienes formaban parte de la oficina técnica del grupo, el proyecto y la dirección de un edificio de altura destinado al alquiler de oficinas comerciales de prestigio. Está ubicado en la avenida Corrientes 222, esquina avenida Leandro N. alem, en plena área central de la ciudad de Buenos Aires, sobre un terreno rectangular de 700 metros cuadrados de superficie. La construcción estuvo a cargo de la empresa GEOPE Compañía General de Obras Públicas, e intervino en la dirección el Ing. Alberto Stein.

El edificio se desarrolla en tres subsuelos, planta baja con locales comerciales y 18 pisos para oficinas. Se encuentra envuelto en una estricta funcionalidad, con fachadas puras y plantas libres que ofrecen las mejores condiciones para la iluminación y la ventilación de las oficinas. A diferencia de sus contemporáneos, que mayormente trabajaron la silueta sobre los límites de la reglamentación municipal, el Comega abandonó el criterio de torre telescópica, aquél dominado por el efecto “setback” del remate escalonado de edificios de altura.

En cambio, por encima del basamento, a partir del piso 15, emerge una torre de siete pisos que no utiliza tal recurso, insinuado y sugerido por el Reglamento General de Construcciones (1928), sino que crece de manera prismática. Los muros de la fachada acentúan esa inusual pureza volumétrica mediante placas de mármol travertino engrampadas.

Los niveles inferiores

El Comega está compuesto por tres subsuelos, dos de los cuales fueron destinados a estacionamiento vehicular (todo un evento) y uno a archivo y sala de máquinas, donde funcionan el equipo de bombas, el de ventilación, el sistema de calefacción, el de filtro de agua y el horno incinerador, entre otros. En la planta baja, sobre la fachada de la avenida Alem, se respetó el uso de la recova y allí se ubicaron predominantemente los locales comerciales.

Sobre el frente de la avenida Corrientes se introdujo el acceso al edificio, signado por la acentuada pendiente de la barranca. Luego de atravesar una escalinata de granito negro y la puerta giratoria de bronce, se penetra al hall principal, un espacio alargado que tiene en su primer tramo una doble altura. De esta manera, el hall del primer piso se ve obligado a balconear sobre el acceso, generando una fuerte tensión espacial. En su totalidad, el hall principal está conformado por un envoltorio de acero inoxidable tanto en los muros como en el cielorraso y las puertas de ascensores. Por ende, se torna significativo el juego de luz difusa que se derrama en múltiples reflejos. Al final del hall se recorta la figura de la escalera principal.

Los niveles superiores

Sobre los muros medianeros, en el sector más desfavorecido, se colocaron las circulaciones, conformadas por cinco ascensores y el núcleo de escaleras. Las plantas tipo de los pisos 3° a 14°, de 580 m² cada una, se desarrollaron en forma de “U” para que todas las oficinas puedan tener una vinculación al exterior adecuada.

Los aventanamientos, de acero tipo guillotina y cortinas de enrollar venecianas, así como las columnas y los radiadores, fueron ubicados de manera tal que el espacio interior pueda ser subdividido libremente de acuerdo con los requerimientos de cada inquilino. Dado que en el piso 15° se produce el retranqueo del edificio, éste cuenta con grandes terrazas de uso exclusivo.

Las plantas tipo de los pisos 15° a 18°, de 217 m² cada una, y a las que sólo llegan dos de los cinco ascensores, adquirieron una prolija forma rectangular. En el piso 19° funcionó hasta el año 1969 la más moderna de las confiterías de Buenos Aires: el Comega Club. Cuenta con un gran ventanal semicircular que se acusa sobre la fachada de la avenida Alem y ofrece las mejores perspectivas sobre el Río de la Plata. En el piso 20° funcionó el estudio profesional de los proyectistas (y actualmente el estudio Douillet-Cappaglia) y en el 21° la sala de máquinas de ascensores y la vivienda del portero.

La calidad constructiva

El edificio está ubicado en la zona conocida como “el bajo”, muy próxima al río, de manera que la impermeabilización de los subsuelos resultó una tarea compleja. Aunado a ello, a un par de metros de los cimientos, sobre la avenida Corrientes ya circulaba el subterráneo de la Línea B. Para impedir todo tipo de filtración se realizó una batea aislante conformada por un contrapiso de hormigón de 10 cm. de espesor y una aislación compuesta por una membrana de cinco capas de fieltro de amianto y ocho capas de concreto y malla de asfalto.

La estructura fue ejecutada completamente en hormigón armado. Para contrarrestar los empujes laterales del subsuelo y las vibraciones producidas por el subterráneo, se decidió realizar una platea y submuraciones de hormigón. Asimismo, muchos de los muros que conforman la fachada y el propio núcleo vertical han sido construidos también en hormigón para que trabajen como contravientos. Finalmente, en las losas de las oficinas se evitó introducir vigas a la vista y se les suprimió a las columnas todo tipo de capitel.